Deben ser cosas del marketing o una muestra de mentes calenturientas las que se han empeñado en poner de moda el "Sin IVA", algo así como asegurar a los clientes que sus compras, determinados productos y en días señalados, están exentos del pago del impuesto. Es un reclamo para atraer compradores y se practica a modo de campañas indiscriminadas para eso, para potenciar compras, promociones puntuales de productos y en todo tipo de sectores.
Las modalidades del "Sin IVA", como los champiñones, se multiplican y se aplican ya con carácter general a todo tipo de compras. Y parece haber calado con fuerza en el subconsciente del cliente, de modo que ya no son moda sino la manía y usanza propias de cualquier venta que se precie. Y es que la fuerza inconmensurable de términos como "deducirse", "descontar", "bonificar" o "desgravar" son portadores de ese bouquet que engatusa y cautiva, que obliga casi a aceptar cualquier propuesta que venga con el apellido "Sin IVA".
Y en realidad, las tales propuestas, fruto de fértiles inventivas, al tiempo que vulgares engañifas, plantean lo que es en sí mismo una falsedad, tan burda como si fuera un crecepelo. Pero sin embargo, es un exceso verbal fiscal que quizá debería alertar a Hacienda y reclamar su interés en poner algunas cosas en su sitio justo.
Y aunque el argumento "Sin IVA" sea un reclamo desprovisto de insulto, ya que no es su utilización ni objetivo la injuria, bien podría plantear alguna inconveniencia moral, pues como bien se sabe, es el español un país -un Estado europeo- donde se presume de contar con una democracia impositiva, donde se persigue el blanqueo y tiene pésima fama la amnistía fiscal. Y a amnistía y blanqueo, es decir, a delito, es a lo que suena y huele esa y cualquier propuesta "Sin IVA". No sería mal asunto una mayor actitud vigilante para llamar a las cosas por su nombre. Con IVA incluído.
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